La verdad hace tanto bien como mal hace la mentira. Un buen diagnóstico de una enfermedad salva vidas y uno malo las destroza; de igual manera, es mucho más probable que un medicamento científicamente probado funcione que lo haga la receta de un curandero (aunque las dos pueden, o no, funcionar).
En la búsqueda de nuestro bienestar también existen verdades científicamente validadas y recetas que pueden, o no, funcionar. Durante siglos hemos escuchado como filósofos, padres de diferentes iglesias, maestros espirituales o sabios de pueblo, nos han indicado los caminos de la virtud y el bienestar, muchas de sus recetas servían, otras no tanto.
Tanto la autoayuda como la psicología positiva pretenden aumentar nuestro bienestar, pero sus métodos son diferentes; la diferencia radical se encuentra en el nivel de autoexigencia acerca de las recetas que unos y otros comparten, mientras a muchos gurús de la autoayuda su propia experiencia, su intuición o una frase de Mister Wonderful les resulta suficientemente válida, la psicología positiva, como toda disciplina científica, se exige a si misma que las ideas que comparte o las intervenciones que propone han de haber soportado el filtro de la validez científica. Detrás de la autoayuda no tiene porqué haber un estudio riguroso de causa-efecto ni tampoco una muestra estadísticamente significativa que valide sus hipótesis, detrás de la psicología positiva hay un compromiso porque cada idea que se traslade sea una verdad corroborada.
Un mal gurú o conferenciante de autoayuda puede darte un montón de consejos, de los cuales casi ninguno te servirá de verdad, incluso aunque te traslade alguna buena idea; porque si a un cubo de mierda le añades una copa del mejor vino, en mierda se queda. Un buen gurú o conferenciante de autoayuda puede darte un buen puñado de buenas ideas, pero se le puede colar alguna mala idea, y si en una tinaja de buen vino cae una mierda, en mierda se convierte la totalidad.
Los que pretendemos ayudar a los demás con nuestras ideas debemos ser muy escrupulosos con lo que decimos, en un curso de dos días podemos trasladar 15 ó 20 magníficos consejos, de las cuáles los alumnos acabarán trasladando a sus vidas 1 ó 2; pero si se nos cuelan dos ideas de mierda en nuestro repertorio, corremos el riesgo de que todo lo que trasladen a su vida sea una mierda.
Así, la psicología positiva no solo pretende eliminar el polvo de la paja, sino que se autoexige (aunque como toda búsqueda científica no es infalible) destilar lo valioso de entre lo inútil y separar los diamantes de entre las piedras, con el afán de no permitir que lo que tiene apariencia de bueno, y no lo es, se cuele dentro de su cuaderno de recetas. Ese nivel de rigurosidad es lo que ofrece al practicante de psicología positiva la cuasi certeza de que los cambios que se le proponen para su vida han soportado la “prueba del algodón” de la ciencia, ese nivel de exigencia te reporta la confianza de que las ideas y consejos que se te trasladan son “causas” ciertas que provocan resultados de forma ineluctable, y en este caso, la recompensa tiene forma de mayor felicidad.
La magia de la causa es que no puede no conllevar el efecto; así, al igual que un atleta no puede no tener cuerpo de atleta (porque si entrenas todos los días 3 horas tu cuerpo no puede dejar de modelarse como el de un atleta), si tú aplicas sistemáticamente a tu vida las causas de la felicidad, es imposible que no acabes recogiendo los frutos.
En dos semanas, 12 y 13 de noviembre, realizamos en Valencia el evento Rock your Life. 11 horas de ideas y recetas seleccionadas con espíritu científico, 11 horas de estrategias validadas por experimentos e investigaciones, un seminario que te traslada en solo dos días las bases fundamentales de la psicología positiva aplicada. Y la palabra “aplicada” resulta clave, porque de lo que se trata es de salir de allí con ideas prácticas que puedes aplicar desde el mismo momento en que sales por la puerta.
¿Te apuntas a invertir dos días de tu vida en reírte, bailar y, sobre todo, aprender las verdades destiladas acerca de cómo construirte una mejor vida? Te puedo asegurar que vas a beber un buen vino, sin mierdas.