Los místicos aman el silencio porque él es parte central de su práctica espiritual y en él es donde alcanzan la comunión con lo Sagrado, el éxtasis. El claustro, el monasterio, el ashram, todos son templos del silencio. “El silencio es la forma más potente de trabajar. No importa los vastas y enfáticas que sean las escrituras, erran en sus efectos. El Gurú está en silencio y la paz prevalece en todo. Su silencio es más vasto y enfático que todas las escrituras juntas”. Palabras de Sri Ramana Maharshi, maestro de Vedanta Advaita una tradición laica india que hace de la meditación el primero de su pilares.
Confundimos al silencio con la ausencia de sonido. Pero el silencio es la ausencia de ruido. Justo cuando estoy escribiendo estas líneas está cayendo un aguacero. Es el mes de junio y las ventanas de mi casa están abiertas. Hay mucho sonido, sonido fuerte de lluvia. Pero no es ruido.
Hace un año mi familia adquirió un hotel en primera línea de playa. El 15 de julio de 2023 lo rebautizamos como Hotel Barú con el claim “el silencio del mar”. Invertimos en ese hotel porque el entorno tenía algo mágico. Su silencio. Y pensamos que, en la medida en que su entorno está protegido por ley, nuestra inversión también quedaba protegida. Los únicos sonidos que allí se escuchan están descritos en siguiente párrafo (perdón por el anuncio publicitario):
El mar es movimiento y, por tanto, sonido. Agitada o llana, rizada o marejada, de día o de noche; la mar nos obsequia sus escalas y frecuencias. En Hotel Barú, la mar se funde con la tierra en arena, bosque y marjal; y, en coro con las aves, canta para celebrar cada nuevo amanecer.
Visitar nuestro hotel, no te asegura una experiencia mística, pero sí te garantiza que te marcharás mejor que llegaste.
Los místicos de todas las tradiciones espirituales aman el silencio y si los antiguos sabios hablan hay que escuchar. Y cuando ciencia y consciencia coinciden, conviene obedecer. Y la ciencia dice que el ruido nos perjudica y que el silencio nos beneficia.
El ruido ambiental se asocia con efectos fisiológicos como una presión arterial alta, aumento de la frecuencia cardíaca y trastornos hormonales, y a largo plazo, favorece la aparición de la ansiedad y puede provocar trastornos psicológicos. La Dra. Alice H Suter, del Instituto Nacional Americano de Seguridad y Salud, observó que los problemas relacionados con el ruido incluían úlceras, muertes cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, suicidios y una degradación general del sistema inmunológico. El ruido también se asocia con un aumento de la agresividad y una merma de la convivencia. También se cree que el ruido causa deterioro cognitivo y dificulta el aprendizaje.
Que el ruido entorpezca el rendimiento escolar de los niños es la otra cara de la moneda de que el silencio lo favorezca. La Dra. Helen E Lees, autora de “Silence in Schools”, considera que el silencio «calma, enfoca y anima a los alumnos» mejorando tanto su comportamiento como su rendimiento académico. Cada vez más escuelas están incorporando momentos de silencio en los horarios diarios de los estudiantes, y algunas escuelas incluso ofrecen cuartos santuarios o espacios donde los niños pueden quedarse quietos y en silencio.
Sabemos, también, que conectar con la naturaleza en silencio, contribuye a reequilibrar todos los sistemas corporales, desde los hormonales hasta los neurológicos y cardiovasculares. Esa alineación con nuestro estado natural, nos beneficia emocional y mentalmente, regalándonos una sensación general de bienestar y paz interior.
¿Y si este verano algunos días de tus vacaciones fueran tan simples como disfrutar del silencio?