“… yo creo que esta nación tiene que comprometerse con alcanzar el objetivo, antes de que finalice esta década, de llevar un hombre a la Luna y devolverlo salvo a la Tierra. Ningún otro proyecto espacial en este periodo resultará tan impresionante para la humanidad, o más importante a largo plazo en la carrera espacial; y ninguno será tan difícil y caro de alcanzar.”
Así anunció el presidente de los Estados Unidos John Fitgerald Kennedy el 25 de mayo de 1961 el compromiso del gobierno norteamericano de poner un hombre en la luna antes del final de la década. El discurso ofrecido ante el congreso constituyó el pistoletazo de salida del programa Apolo que alcanzó su principal objetivo ocho años más tarde cuando el día 20 de julio de 1969 Neil Armstrong y Buzz Aldrin alunizaron el Apollo Lunar Module.
Una empresa del calibre de la propuesta por el presidente Kennedy, “difícil y cara”, que movilizó a lo largo de sus 11 años de duración más de 25.000 millones de dólares, el equivalente a 200.000 millones de hoy en día, y a más de 400.000 personas no podría haberse ejecutado sin un plan.
Edwin Locke and Gary Latham, han analizado 400 estudios sobre objetivos y sobre la relación entre objetivos y rendimiento y la conclusión más importante es que aquellas personas a las que se les asignan objetivos específicos, difíciles pero alcanzables, rinden mucho más que aquellos a los que se les da objetivos fáciles, no muy específicos o no se les da objetivos.
La razón de porque no llegamos lo más alto posible reside en la voz pasiva de la afirmación precedente, las personas que alcanzan metas alta es porque “se les asignan” objetivos. Es decir, muchos necesitan que otros les marquen el camino y las reglas de juego para sacar lo mejor de sí mismos.
Tradicionalmente los padres han tenido planes que resultaron eficaces para sus hijos: así, generaciones de doctores, dentistas, arquitectos o abogados han ejercido desde la misma consulta o despacho su profesión; son millones los artesanos, comerciantes y empresarios que pasaran el negocio de padres a hijos; y más millones aún son los padres de origen humilde que se esforzaron y ahorraron porque tenían el plan de que sus hijos estudiaran en la universidad y lo consiguieron.
Sin embargo, los planes eficaces que tienen los padres para sus hijos suelen quedarse en lo profesional, pocos padres planean mostrar a sus hijos cómo ser lo más felices posible o vivir la mejor vida posible, y menos aún los padres que además conocen los caminos que llevan a vivir una vida al máximo de su potencial.
Todos sabemos que para tocar un instrumento, practicar a gran nivel un deporte o capacitarnos profesionalmente debemos tener un buen plan de formación, y, sin embargo, pocos se plantean que para vivir la mejor vida posible también se hace necesario disponer de un buen plan.
Ese déficit educacional a la ahora de generar la inquietud por vivir la vida más feliz posible y en mostrar las rutas del bienestar, se ve agravado por el hecho de que las personas de motu propio no son capaces siquiera de sentarse a trazarse un plan, y menos aún a hacerlo de forma efectiva.
Los datos son concluyentes, solo entre un 14% y un 17% de la población, es decir, menos de una de cada cinco personas tiene un plan con objetivos personales; y parece que no llega al 3% quienes lo tienen por escrito.
Para agravar más el asunto, la mayoría de las personas no sabe cómo plantearse sus objetivos y fracasa a la hora de alcanzarlos, para el 15 de enero ya hemos abandonado el 92% de los propósitos de año nuevo.
Eso sí, mientras que para llegar a tocar en la orquesta filarmónica de Berlín, colgarse una medalla de oro en unos juegos olímpicos o ser un reconocido cirujano es necesario un esfuerzo titánico y miles de horas de duro aprendizaje, y además no todos pueden conseguirlo, vivir la mejor vida posible exige poco más que un plan inteligente y la disciplina suficiente para deshacernos de nuestros hábitos tóxicos y sustituirlos por hábitos nutritivos; el bienestar personal no es una meta que alcanzar sino un estilo de vida que desarrollar, la felicidad fusiona camino y destino, ruta y meta.
Y lo que es mejor, a diferencia de las prácticas que te llevan a lo más alto en el deporte o lo académico, que suelen ser duras y no siempre agradables, las prácticas que nos llevan al nirvana del bienestar, los hábitos nutritivos, son en sí mismo agradables.
Desde la Fundación Objetivo Felicidad te proponemos un Plan para llevar tu vida a lo más alto, un Plan completo de reflexión y de acción que es un compendio de las intervenciones más eficaces de la psicología positiva, un Plan que te llevará tanto a ser una personas más eficaz como a ser más feliz. Ese Master Plan se llama Máster en Eficacia y Bienestar Personal –Master your Life.