Querer ser feliz sin sentirte libre, es como querer atrapar el viento con las manos. Sentirse libre es una necesidad psicológica básica; necesitamos sentir, primero, que somos los que dirigimos nuestras propias vidas y, segundo, que vivimos en armonía con lo que somos.
La falta de libertad daña; no puede ser casualidad que los 7 países con los ciudadanos más felices de Europa, los escandinavos y Holanda y Suiza, sean las sociedades más liberales y progresistas del continente y donde las personas sienten que tienen mayor libertad para tomar decisiones de vida; como tampoco puede ser casualidad que de los últimos 26 puestos del ranking de felicidad, 24 correspondan a países cuyos ciudadanos aún sufren los rescoldos de haber vivido bajo dictaduras comunistas durante décadas, y los otros dos sean Grecia y Turquía, ambos a la cola en sentirse libres para dirigir sus vidas (curiosos consultar Happiness Index 2020). https://vemaps.com/europe-facts/eu-facts-02
Donde uno no ha podido elegir ni la casa o ciudad dónde vivir, ni qué profesión desempeñar, uno no podía encontrar la felicidad, si además quejarte era inútil y encima delito, el círculo se cerraba por completo.
Donde uno no se siente dueño de su vida y no puede luchar por construirse una vida mejor, uno se rinde y abandona cualquier ambición de mejorar, indefensión aprendida lo llaman los psicólogos, y suele acompañar a pesimismo, tristeza y depresión.
Una mujer, aún hoy en día en la mayor parte del mundo, no puede encontrar la felicidad plena, porque ni puede quedarse soltera ni elegir marido ni trabajo.
Casi la mitad de los jóvenes españoles tienen muy difícil ser felices porque no tienen trabajo y, consecuentemente, no disponen de libertad para vivir la vida que les gustaría vivir. Llevamos décadas a la cola de Europa a la hora de dar oportunidades a nuestros jóvenes y su libertad real nunca ha sido una prioridad ni para los políticos ni para los que les votan; aquellos están más pendiente de ser fieles a sus ideas que a sus principios.
La sociedad puede quitarte la libertad por falta de oportunidades, por represión o por una atmósfera donde las convenciones religiosas o sociales te asfixien. Pero tú también puedes quitarte a tí mismo la libertad; igual que no puedes ser completamente feliz en un país en que cada vez que sales a la calle tienes miedo de ser atacado, violado o asesinado, no puedes ser feliz si vives presa de tus miedos.
La libertad, como la felicidad, es en gran medida, la ausencia del miedo y tendrás que liberarte de tus miedos si aspiras a ser lo más feliz posible. La mayoría de nuestros miedos son neuróticos, tienen que ver más con peligros imaginarios y con una magnificación de los daños que te causarían las circunstancias a las que temes, que con la magnitud real de los peligros que te acechan.
Liberarte del miedo, es ganar libertad; crear una sociedad más libre y con más oportunidades, ganar felicidad. Freedom is the answer.