Nuestros cuerpos y rostros son el espejo de nuestros vicios y virtudes. El cuerpo refleja inmediatamente nuestros excesos: una mañana al sol y te quemas la piel, una noche sin dormir y tienes mala cara, una semana en un resort comiendo y bebiendo sin mesura y cuatro kilos más. La virtud también se refleja en tu cuerpo: un mes entrenando duro en el gimnasio y tú te lo notas, tres meses y tu pareja te lo nota, seis meses y todo el mundo lo nota.
Volver al pueblo después de unos años puede hacerte mucho bien, pues te enseña las consecuencias de llevar una buena y una mala vida. Si unos pocos días o meses de vicios y virtudes dejan rastro en tu rostro y cuerpo, decenas de meses marcan huellas profundas. Como en un pueblo se sabe qué tipo de vida ha llevado cada uno, puedes observar qué efectos conlleva cada estilo de vida. Quien come mucho, quien bebe mucho y quien come y bebe mucho. Quien se drogó, quien lo dejó y quien nunca tomó. Quien sale a correr cada día, quien camina por la senda del colesterol y quien está sentado. Quien trabaja con ilusión, quien trabaja por obligación y quien no trabaja. Quien estudia, quien lee novela y quien ve la tele. Quien mantiene a los amigos, quien solo ve a la familia y quien se aísla.
¿Por qué en el pueblo hay gente mayor sana, lúcida y llena de energía, y jóvenes enfermos, apagados y cansados? En la mitología griega las Moiras eran tres diosas hermanas que revoloteaban alrededor de los recién nacidos; entonces asignaban la duración de sus vidas y el momento de su muerte. Cloto hilaba la hebra, Láquesis marcaba el tiempo de vida y Átropos cortaba el hilo dorado cuando llegaba el momento designado de la muerte. Las Moiras decidían sobre el destino de los neonatos, y ni siquiera los dioses podían salvar la vida ni de sus hijos mortales ni de sus mortales favoritos. Sigue habiendo personas que creen que nuestro destino está marcado al nacer y que poco podemos hacer para prolongar nuestras vidas.
Sin embargo, los taoístas hace más de dos mil años que practican ejercicio físico, disciplinan su respiración, cuidan su alimentación, investigan plantas medicinales y disfrutan sus propias artes de alcoba para mejorar su salud y prolongar sus vidas. Además, siempre creyeron que cuidar el cuerpo era una manera de cuidar el alma.
Tan cierto es que tenemos diferentes predisposiciones genéticas para la enfermedad, como que podemos prevenirlas. Cuidar de tu cuerpo no solo te servirá para ser más feliz, sino también para alargar tu propio hilo dorado y que éste comience a deshilacharse cuando seas lo más mayor posible. No solo se trata de vivir más años, sino de vivir mejores años.
Todos sabemos lo que hay que hacer para vivir más y mejor. Pero pocos lo hacen. Los alimentos frescos te refrescan y los que vienen en cajas te acartonan. Mover tu cuerpo te mantiene en movimiento y pararte te dejará aparcado; levantar peso te hace ganar peso, pero del que mantiene tus huesos y músculos fuertes. Dicen que el que “duerme no vive” pero el que duerme mucho acaba viviendo más. Leer y aprender, mantendrá tu cabeza lúcida; ver la tele te atontará. Aislarte te matará y relacionarte te avivará.
Todos en el pueblo quieren que su hilo dorado se deshilache siendo lo más grande posible. Pero solo unos pocos comen, se trabajan, descansan y se relacionan como si ello les importara.