Los maestros de artes marciales, los instructores de ballet o los entrenadores olímpicos siempre han sabido que disponer de una ruta bien definida puede llevar a una niña de la nada a la excelencia. Los estudios e investigaciones lo corroboran: cuanto más alto apuntamos, más alto solemos llegar. ¿Por qué entonces no apuntar a la luna?
En el primer curso de mi carrera saqué 6 sobresalientes y 4 notables, con una nota media de 8,59 sobre 10. En el quinto curso saqué 4 notables y 4 aprobados, con una media de 6,80. El desigual rendimiento académico entre mi primer y mi último año de universidad no se debió a que las asignaturas del último año fueran más complicadas, de hecho eran mucho más fáciles. La diferencia residió en que en quinto mi expediente académico me importaba bien poco.
Todos los estudiantes hemos observado en nosotros mismos o en otros compañeros, como se pueden tener rendimientos académicos dispares en diferentes cursos, unos con notas extraordinarias y otros con calificaciones mediocres. Entendiendo que la inteligencia de un estudiante es la misma a lo largo de los años, lo que explica unos resultados académicos heterogéneos es el diferente nivel de ambición y compromiso por disponer del mejor expediente posible.
Análogamente, los resultados que obtenemos en la vida dependen de nuestra ambición. Las asignaturas que vale la pena aprobar en la vida no dependen de lo listo que seas, sino de cuán hábil eres para elegir los caminos adecuados. La vida no va de inteligencia, va de sabiduría.
Todos tenemos la capacidad de vivir un vida sobresaliente y sacar al menos una nota de 8,5 sobre 10 en casi todas las asignaturas relevantes de la vida -bienestar emocional, trabajo, relaciones, salud, amor, finanzas, sentido de propósito, estilo de vida… Pero no vivimos una vida de 10 porque ni siquiera la ambicionamos, y sin la aspiración de vivir una vida 10 ni nos molestamos en trazar un plan para conseguirla.
Ambición y consecución caminan de la mano, cuanto más te exiges a ti mismo más logras. A más te entregas más recibes, a más esperas recibir más planes realizas y a más planeas más eficaz eres.
Solo vive una vida de 10 quien no se conforma con menos que vivir una vida sobresaliente. Vive una vida mediocre quien se conforma con “ir tirando”. Y vive una vida de mierda quien ni siquiera aspira a sacar un aprobado.
Y tú, ¿a por qué nota vas en el examen de la vida?