¿Aceptarías que un hotel te entregará la habitación con la cama desecha, que el vestuario de tu gimnasio estuviera sucio o que los libros de una biblioteca no estuvieran donde toca?
Somos muy exigentes con la calidad de nuestros entornos no habituales, pero descuidamos nuestro entorno habitual. No sabemos cuánto bien puede hacernos un entorno nutritivo y cuánto mal un entorno tóxico.
Los estudios son concluyentes: la naturaleza, el orden, la belleza, la música y el silencio nos hacen bien mientras que las noticias, el desorden y el ruido nos dañan.
Numerosas evidencias indican que el contacto frecuente con la naturaleza mejora nuestros niveles de bienestar, los pacientes de un hospital que disfrutan de vistas a la naturaleza se recuperan antes que los que sólo ven ladrillos y cemento, los ancianos que viven en residencias con accesos a zonas verdes viven más, las personas que viven rodeadas de parques o tienen jardín soportan menores niveles de estrés, pasear por el bosque aumenta la liberación de serotonina, la hormona de la felicidad, y observar el mar nos regala un ritmo cardíaco más sano.
Admirar algo que nos parece bello nos hace sentir que tenemos más tiempo disponible, nos predispone a ayudar más a los demás y mejora nuestra satisfacción con la vida. Observar obras de arte bellas mejora nuestra nivel de bienestar y una aplicación informática bonita aumenta nuestro rendimiento.
Las personas que escuchan música con más frecuencia reportan niveles de felicidad más altos; escuchar música nos hace segregar dopamina y mejora nuestro estado de ánimo, disminuye la presión arterial, la ansiedad y la depresión. Escuchar a Mozart reduce el dolor muscular y hace que durmamos mejor.
El orden y la limpieza favorecen el rendimiento, la productividad y los comportamientos éticos. Los entornos desordenados hacen que comamos peor y ser «trastero» se ha vinculado a la obesidad. El mero hecho de hacerte la cama y tener una habitación ordenada favorece la calidad del sueño y se ha comprobado una correlación entre desorden y depresión, fatiga y estrés.
Ver las noticias (es decir, las malas noticias) correlaciona con aumentos de la ansiedad y la tristeza, y aumenta la tendencia a ser catastrofistas con respecto a preocupaciones personales, incluso aunque no tengan nada que ver con el contenido de las noticias.
Mientras que el silencio se asocia con la paz interior, el ruido se ha relacionado con úlceras, muertes cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, suicidios, degradación del sistema inmunológico, presión arterial alta, aumento de la frecuencia cardíaca, trastornos hormonales, ansiedad y trastornos psicológicos
El filósofo griego Jenofonte nos enseñó que «si organizas tus posesiones, el resto de tu vida se pondrá en su lugar como por arte de magia». ¿Vas a ponerte más en contacto la naturaleza, rodearte de más belleza, disfrutar del silencio y de la música y ser más limpio y ordenado o pretendes seguir viendo las noticias y vivir en el desorden y que tu vida sea mejor como por arte de magia?
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