El mundo va bien (a pesar de lo que diga la tele y la prensa). El mundo mucho más rico, más libre y menos violento que el de nuestros antepasados. En los últimos 200 años hemos pasado de tener un 90% de personas viviendo en la pobreza extrema a bajar del 10%, pero es que solo hace 30 años la mitad de la población mundial era pobre de solemnidad. Hoy en día, es más probable morir por comer mal y demasiado que morir de hambre y, también, es más probable morir de viejo que morir por una enfermedad infecciosa.
Dos de los grandes responsables de este milagro han sido los triunfos del despiadado capitalismo y de la malvada globalización. Aunque nuestro mayores benefactores han sido, sin ninguna duda, la ciencia y la tecnología. El libre movimiento de ideas, personas, capitales y bienes nos ha hecho más ricos y más libres. Como dice el viejo aforismo socrátrico, “el conocimiento os hará libres (y ricos)”.
Además, nuestro mundo es mucho menos violento que el de hace pocos siglos e incluso pocas décadas, con menos guerras y mucho menos mortales (hoy es más probable que te suicides que morir asesinado), hoy es mucho más más difícil enviar a la guillotina (o a la cárcel) a alguien por una falta o por expresar su opinión.
Hoy, al menos en el mundo libre, vivimos en un mundo mucho más tolerante que el de hace pocos años, hemos pasado de oprimir a los “diferentes” a aceptar que la diferencia nos enriquece, hoy una mujer tiene los mismos derechos legales que un hombre, se puede estar orgulloso de ser gay, se puede tener otro color de piel, hablar otro idioma o practicar una religión diferente sin ser discriminado por ello.
Sin embargo, algo estamos haciendo mal, porque a pesar de que cada vez somos más ricos, el mundo está repleto de personas infelices. Los datos son alarmantes y parecen una epidemia global, el ratio de personas con depresión es diez veces más alto que el de hace 57 años. Uno de cada cinco alemanes parecerá trastornos psíquicos al menos una vez en la vida. En 2013, 44 millones de estadounidenses, el 13,5% de la población, sufrió algún tipo de enfermedad mental, principalmente depresión o ansiedad. En Gran Bretaña un 23% de las niñas de entre 7 y 10 años sienten la necesidad de parecer perfectas. En 2012, en los países más ricos, la principal causa de baja laboral fueron los desórdenes relaciones con la salud mental, contabilizando un 17, 4% de las bajas, por encima de las causadas por cánceres, enfermedades cardiovasculares o accidentes de trabajo.
Esta columna va a ser un bastión de la lucha contra la infelicidad. Si hemos vencido a la guerra, a la enfermedad y al hambre, venceremos a la depresión y a la desdicha. Y igual que vencimos a la pobreza con la ciencia, con ella venceremos a la infelicidad. Sí, se puede.
Este artículo fue publicado originalmente en El Periódico de Aquí el 10 de octubre de 2018: https://www.elperiodicodeaqui.com/epda-noticias/si–se-puede/166999
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