La noche no nos confunde, sino que nos funde con lo que por naturaleza somos: desinhibidos, alegres, disfrutones, amistosos y graciosos; la oscuridad de la noche obra el milagro de hacernos más luminosos.
Decimos que alguien está feliz cuando lo vemos sonreír, divertirse y disfrutar de la vida, pero pocos gurús del desarrollo personal nos animan a ser los más disfrutones posible.
Todos nos hablan de ser nuestra mejor versión, de mejorar nuestra comunicación, de ser altruistas y de todas esas mierdas, en línea con una tradición que viene de lejos: los filósofos griegos, los budistas, la tradición judeo-cristiana, los estoicos y los autores de autoayuda clásica se centraron en la construcción del carácter y el cultivo de las virtudes…………..y se olvidaron de lo importante, que es divertirse.
Solo el taoísmo exploró cómo las artes amatorias podían mejorar nuestras vidas y su maestro Chuang-Tze ya nos invitaba a combinar la virtud y la mente en silencio con el placer, la irreverencia, la pillería y la alegría.
“¡Zorba el Buda hemos de ser!”, promulgaba el maestro espiritual más influyente del siglo XX, Osho nos animaba a vivir con la serenidad de Sidharta Gautama el Buda y a disfrutar de los placeres de la vida como Zorba el Griego.
Work hard, play hard decimos ahora, porque puedes ser el más trabajador y responsable a la vez que el más canalla y juerguista. Equilibrio entre Zorba y Buda, entre egoísmo y altruismo, entre sembrar y recolectar.
Así, mientras os escriba mis newsletter semanales para alentaros a desatar todo vuestro potencial, “voy a reir, voy a bailar, voy a gozar y vivir mi vida”.
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