Llaman “noticias” a lo que echan en los noticiarios. Pero, en realidad, no suelen traer nada nuevo. Lo que llaman “noticias” comprende dos grandes asuntos: politiqueo y desgracias. Y desde que tengo uso de razón siempre es la misma “mierda” (que además, para algunos, es adictiva).
La parte de “política” no lo es, pues no hay debates sobre los problemas reales y cómo solucionarlos. No hablan de cómo afrontar nuestros retos, ni de cómo está cambiando y cambiará el mundo, ni de cómo preparar un mejor futuro (eso sí sería política). La parte de “política” va de declaraciones de unos políticos contra otros, de casos de corrupción, de conflictos internos de los partidos y de opiniones de periodistas partidistas. Cada década cambian los personajes del guiñol, pero la obra siempre es la misma.
Todo buen noticiario tiene su dosis de malas noticias. Depende de la magnitud de la desgracias del día, éstas abren el telediario o quedan por el medio. Las catástrofes naturales que provocan decenas de muertos son primer plana, así como los atentados terroristas (si suceden en el mundo occidental), los ataques armados en colegios (siempre que sean en EE.UU., porque si son en Uganda, como el 17 de junio de 2023, aunque haya 38 muertos no salen) o los accidentes de tren o avión (pasen en cualquier lado del mundo). Si hoy no ha pasado nada de eso en el mundo, los periodistas encontrarán en el entorno próximo (si no pasa en tu país no es noticia), algún homicidio, episodio de maltrato familiar, incendio en un bosque o pequeña inundación.
Acabo de consultar que el número de españoles que ayer (por cuando estoy escribiendo esto) vieron alguno de los noticiarios de las cuatro grandes cadenas nacionales fue de 10.216.000 . Desestimo los que vieron noticiarios en cadenas regionales, menores o por internet y estimo (sin ningún dato objetivo al que agarrarme) que un tercio de los espectadores repitió a mediodía y por la noche. Eso daría que 6.810.000 personas vieron ayer al menos un programa de noticias. Confiando en que los menores de 20 años no las vean, y considerando que hay 37.829.629 adultos, nos encontraríamos que cerca de uno de cada cinco españoles, el 18%, está enganchado diariamente a su dosis de sensacionalismo, malas noticias y jaleos varios.
Los espectadores no somos siempre conscientes de los criterios con los que se eligen las noticias. Dos fundamentales son la proximidad y el sensacionalismo. Ocupa más espacio en las noticias un atasco en la circunvalación de tu ciudad, que un atentado en Pakistán; la dimisión del alcalde de una capital de provincia, que el resultado de las elecciones en India. Es más noticia que cinco chicos violen a una chica, que un mismo chico haya violado a cinco chicas; que un ex-esposo italiano haya retenido tras las vacaciones al hijo que tiene con una española, que un ex-esposo español, casado con una española, retenga ilegalmente a alguno de sus hijos.
Escuchamos las noticias creyendo que debemos estar al tanto de lo que puede afectar a nuestras vidas. Como si tuviéramos que tomar alguna decisión al respecto. Pero la mayoría de lo que sale en ellas no nos afecta. De lo que sale en ellas que sí puede influir en tu vida, te vas a enterar sin escucharlas, o en cualquier caso te va a afectar independientemente de que lo escuches como noticia o no.
Los noticiarios son para muchos, una forma de entretenimiento. El problema es que no aportan ningún valor intelectual relevante y, en cambio, conllevan un dolor emocional galopante. Cada vez hay menos reflexión y más sensacionalismo. Las noticias de hoy en día, son cada vez más visuales e impactantes, e incluyen videos tomados por teléfonos inteligentes y clips de audio. Accedemos a imágenes de catástrofes naturales o a escenas violentas a las que los cámaras profesionales antes no llegaban.
Observar violencia nos hace daño. Los escáneres cerebrales han observado que las imágenes de violencia estimulan en nuestro cerebro respuestas específicas que no se activan en reacción a otros tipos de imágenes. La exposición repetida a imágenes violentas puede aumentar nuestra disposición a reaccionar airadamente, puesto que inhibe el funcionamiento de la región del cerebro que modula la agresividad.
Escuchar noticias empeora nuestras vidas. A tres grupos diferentes se les mostró durante 14 minutos un boletín informativo. Éste se había editado para que mostrara noticias con valencias positivas, neutrales o negativas. Los participantes que vieron el boletín con valencia negativa cambiaron su estado de ánimo y se tornaron más ansiosos y tristes. También se volvieron más catastrofistas con respecto a sus propias preocupaciones personales, incluso aunque no tuvieran nada que ver con el contenido de las noticias. Ver noticiarios te lleva con demasiada frecuencia a pensar “el mundo se va a la mierda”.
El siguiente experimento es aún más concluyente acerca del daño emocional que nos causan los noticiarios. A un grupo de estudiantes universitarios se les hace ver un noticiario cualquiera durante quince minutos; a continuación, la mitad de ellos, asisten a una conferencia y a la otra mitad realizan un ejercicio de relajación, ambos también durante quince minutos. Controlamos sus niveles de ansiedad, de emoción positiva, de emoción negativa y el nivel de trastorno que pueden haber sufrido en su estado de ánimo, en tres momentos diferentes: antes de las noticias, justo después de las noticias y después del ejercicio de relajación o de escuchar la conferencia. Los resultados muestran que, tras ver las noticias, ambos grupos sufren aumentos de ansiedad y de trastorno del estado de ánimo, y disminución del estado de ánimo positivo. Pero que solo los que realizaron un ejercicio de relajación durante 15 minutos, recuperaron el estado de ánimo previo al que tenían antes de ver las noticias; mientras que los que asistieron a la conferencia, permanecieron alterados.
Este hallazgo demuestra que ver las noticias en la televisión desencadena sentimientos psicológicos negativos que no se disipan con una mera distracción, como podrá ser una conferencia), sino que para volver a estar lo “tranquilo y feliz” que estabas antes de ver las noticias, necesitas de una intervención psicológica diseñada para relajarte.
¿Y tú, cuándo vas a decidir apagar la televisión de una vez por todas? ¿Podrás hacerlo al menos en vacaciones y desintoxicarte?
Deja una respuesta