El 12 de septiembre de 1962 en el estadio de fútbol de la Universidad de Rice en Houston, ya una vez que esta ciudad había sido escogida como cuartel general de la NASA para el Proyecto Apolo, el presidente Kennedy mostró a la nación la lógica que subyacía tras la decisión de llevar a un hombre a la Luna. “¿Por qué, dicen algunos, la Luna? ¿Por qué elegirla como nuestro objetivo? ¿Y ellos también podrían preguntar porqué escalar la montaña más alta? ¿Por qué, hace 35 años, volar el Atlántico?… Elegimos ir a la Luna en esta década y hacer las otras cosas, no porque sean fáciles, pero porque son difíciles, porque ese objetivo servirá para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y habilidades, porque ese es un reto que estamos dispuestos a aceptar, y no estamos dispuestos a posponer, un reto que tenemos la intención de ganar”.
El presidente Kennedy eligió ir a la Luna no porque fuera fácil, sino porque era difícil. Plantearte una meta ambiciosa para tu vida te obliga a movilizar tus “energías y habilidades”. Solo podrás alcanzar tu meta si desarrollas tus capacidades hasta la altura que requiere tu objetivo.
Llegar a la Luna exigía de muchos avances previos. La carrera tecnológica desatada por el Proyecto Apolo impulsó decenas de desarrollos: ordenadores de nueva generación, tecnología de realidad virtual, televisión por satélite, radio imagen industrial y médica, diálisis, aparatos mejorados de previsión meteorológica, instrumentos sin cable y códigos de barras.
Igualmente, alcanzar una gran meta exigirá que orquestes tus recursos internos. Ves a un campeón olímpico y detrás hay un joven tenaz, disciplinado y apasionado. Te encuentras a una buena líder y detrás hay una mujer proactiva, empática y carismática. Escuchas a un brillante científico y detrás hay un hombre curioso, estudioso y riguroso. Si quieres llegar a tu particular Luna, tendrás que deshacerte de tus hábitos tóxicos, adoptar buenas costumbres, aprender a dominar tus emociones, codearte con los mejores y ser más disciplinado.
Las metas que elegimos acaban definiendo el carácter que desarrollamos. El éxito es una consecuencia de la persona en que te conviertes y cada destino a alcanzar requiere de unas habilidades a desarrollar. En griego, kharakter es el “instrumento grabador” que “marca”. En latín, character es lo que queda “marcado a hierro” en nosotros.
Alcanzar tus metas mola, pero no siempre las alcanzarás. Por eso has de pensar: primero, si te gusta la persona en que te has de convertir para alcanzarlas; segundo, si te place el camino que tienes que recorrer para llegas a ellas. Así, si te quedas por el camino, al menos subsistirá el carácter y habrás disfrutado del trayecto. Afortunadamente, hay caminos de rosas que llevan tanto a la felicidad como al éxito.
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