“Sin música, la vida sería un error” nos decía Friedrich Nietzsche en su obra El Crepúsculo de los Ídolos, y es que la música posee una capacidad de impactarnos que ningún otro arte tiene, destapa algo profundo en nuestro interior que nos transporta a otro tiempo y lugar de vida. Pero lo mejor es que escuchar música nos hace más felices, nos aleja de la depresión, nos ayuda a curarnos y nos hace más inteligentes.
La música activa el sistema de recompensa en el cerebro y dispara la segregación de dopamina, haciéndonos experimentar un subidón emocional en un proceso similar al que experimentamos al comer o tener sexo. La música tiene poder sanador, los pacientes que escucharon música antes, durante y después de la intervención, redujeron sus niveles de dolor y ansiedad, y necesitaron menos sedantes (“cuando la música te alcanza, no sientes dolor”, Bob Marley). La música te saca de la tristeza, un experimento realizado con un grupo de niños “tristes” de entre 8 y 16 años que recibió terapia musical, mejoró sus niveles de confianza y disminuyó su nivel de depresión, en comparación con aquellos que no recibieron terapia musical, además de mejorar sus habilidades comunicativas y relacionales (“la música es un arma en la guerra contra la infelicidad”, Jason Mraz). La música se ha demostrado eficaz para que los bebés mejoren sus habilidades de comunicación y que los adultos mejoren su rendimiento en el estudio y su creatividad.
Pero si bueno es escuchar música, aún mejor parece ser bailarla. Un experimento realizado en la Universidad de Örebro (Suecia) con 112 niñas de entre 13 y 19 años con problemas de ansiedad, depresión o fatiga, observó cómo tras ocho meses de baile, 75 minutos de duración, dos días por semana, las jóvenes sometidas al estudio mejoraron su estado de ánimo, su autoestima y la capacidad para enfrentarse a los problemas diarios, además de ver reducidos sus síntomas psicosomáticos. Un estudio realizado con personas que padecían depresión, que consistía en recibir clases de salsa durante nueves semanas, concluyó que los participantes reportaron menos pensamientos negativos, una mejoría en la concentración y una mayor sensación de paz y tranquilidad. Unos investigadores australianos, que entrevistaron a 1.000 personas, descubrieron que quienes bailaban con frecuencia no solo reportaban sentirse más felices, sino que también estaban más satisfechos con su vida, en especial en relación a sus relaciones interpersonales, su salud y los logros que habían alcanzado a lo largo de los años (“deberíamos considerar día perdido aquél en el que no hayamos bailado”, Nietzsche).
Otras dos cosas grandes acerca de la música son: uno, que existen tantos estilos musicales que siempre existe uno para cada gusto, tipo de personalidad, estado emocional o momento del día; dos, que las nuevas tecnologías nos ponen tan fácil disfrutar de nuestra música favorita en cualquier lugar y momento que no hay excusa para que la película de nuestra vida no se vea continuamente acompañada por una banda sonora. ¿No mejoran las bandas sonoras el séptimo arte? ¿Por qué no mejoras tú tu vida creando tu propia banda sonora?, ¿o quizás prefieres que tu vida sea un error?
Muchas gracias por tu aportación. Feliz semana.